Dicen que un amigo es aquél con
quien se puede pensar en voz alta, el
que se queda cuando los demás se han ido, alguien que te conoce tal como eres y a pesar de ello sigue a tu lado, alguien que te comprende, que sabe adonde vas, alguien que no
guarda secretos contigo, que te acompaña
en tus logros y fracasos, celebra tus alegrías y llora contigo en tu dolor,
alguien que jamás te juzga por tus errores...
Sentémonos un momento a pensar en
ello y preguntémosno: ¿Cuántos amigos de esos tengo?
Porque amigos de bar o de
peluquería tenemos a millares, tendemos a llamar amigos a lo que son simples
conocidos por residir en el mismo barrio o por haber estudiado en el mismo
colegio o trabajado en la misma empresa; pero amigos amigos... Como vulgarmente
se dice, se pueden contar con los dedos de una mano y sobran dedos.
La amistad es un tesoro. Se
tarda mucho tiempo en construirla; pero basta solo un segundo para
perderla. Una palabra a destiempo, un comentario inapropiado, juzgar una acción
o mantener una opinión contraria pueden poner fin a una amistad de años. Es por
eso que debemos cuidarla mucho.
Pero aun sabiendo lo que es una
verdadera amistad, podemos llegar a perderla. ¿Qué hacer entonces?
Como hemos dicho en el anterior
artículo, nosotros somos Esencia más nuestros Egos.
La Esencia, el Yo interior, el niño
pequeño que llevamos dentro es puro Amor, tiende a abrirse a los demás para ayudar
y mostrar amor y solidaridad; pero ese
Yo está continuamente acosado por los Egos y sufre las consecuencias de sus
acciones.
Nosotros somos responsables de
todo cuanto sucede en nuestro entorno.
Un día cualquiera conocemos a una
persona, sea en la tienda, en la calle, en el bar, en la playa o en internet. Comenzamos
a comunicarnos con ella y con el tiempo se inicia una amistad. Somos nosotros
quien hemos traído esa persona a nuestra vida y somos responsables de lo que
suceda entre nosotros, pues bien que hubiésemos podido pasar de ella como hacemos con las personas que se cruzan en la calle con nosotros.
A medida que va pasando el tiempo fortalecemos
esa relación amistosa, y quedamos para salir juntos, viajar juntos, pasar las
vacaciones juntos... Y si es por Internet, lo mismo: de un simple saludo
pasamos a escribirnos, a chatear, nos intercambiamos fotos y números de
teléfono, nos enviamos wassaps, quedamos
un día en cierta ciudad para conocernos y pasar un fin de semana inolvidable...
Y poco a poco vamos convirtiendo esa relación amistosa en algo más, en una
amistad especial, una de las que se pueden contar con los dedos de una mano y
sobran dedos.
Pero llega un día en que queremos quedar con nuestr@
amig@ especial y nos dice que ha quedado con otr@ amig@ y no puede atendernos. Entonces
entran en juego los egos, malditos egos, y creemos que esa persona nos
pertenece, que ella no tiene derecho a tener otras amistades, y si las tiene
deben ser secundarias, nada parecido a la amistad especial que mantiene con nosotros.
Nosotros en primer lugar, el resto, que espere.
Y salen las primeras palabras
agrias: "Antes de conocerte tenía varios amigos" "No tengo por qué darte
explicaciones, soy libre de salir con quien quiera, no te pertenezco..."
Automáticamente, el ego Amor
Propio toma las armas y sale a luchar en defensa de nuestro honor. Se cruzan
acusaciones, salen a relucir sus defectos, que antes piadosamente habíamos
callado porque " un amigo te ama a pesar de tus defectos", la cosa va
a peor, pronunciamos palabras ofensivas y dejamos de hablarnos.
Luego, ya serenos, nos damos
cuenta del error cometido e intentamos arreglarlo; pero el daño ya está hecho,
la magia se ha roto, la amistad también. Insistimos en querer solucionar el
entuerto, llamando por teléfono o enviando mensajes; pero se acaba discutiendo
y la cosa empeora. Si insistes en llamar corres el riesgo de que el amigo o amiga se
ufane ante tu debilidad y te machaque. Puede interpretar tu interés en recuperar su amistad haciendo las paces creyendo que eres una persona sin orgullo ni amor propio, un calzonazos
o arrastrado, y te humillará más aún burlándose y alejándose de ti.Incluso cambia el número de teléfono para que no la moleste. ¡Ea, ya la hemos liado! ¿Y ahora qué?
Seguimos siendo responsables de
lo que ha sucedido con esa persona puesto que somos nosotros quienes la hemos traído
a nuestra vida.
Tenemos dos caminos (siempre hay dos
cosas opuestas: la luz y la oscuridad, el día y la noche etc) a elegir:
1ª Hacer caso al Ego que te repetirá frases hechas como estas: "Si un amigo te abandona es
que no era tu amigo, no te merecía. ¡Que le den! Es una veleta. Va al sol que más
calienta, ¡que le den! Te ha usado como un pañuelo. Es una mala persona, no
merece ni que lo mires..."
2ª Escuchar la voz de tu Conciencia, de tu Yo
interior, de ese niño que llevas dentro que es amor puro:
"Has metido la pata hasta el fondo,
tú no tienes por qué juzgar a nadie, las personas no te pertenecen, son libres. Respeta
su decisión, dale tiempo a que se serene
y medite. Si aprecia tu amistad volverá. Y si no vuelve, no la odies por ello: ha sido
culpa tuya y ella ha reaccionado consecuentemente, como sus egos le han indicado. Si te la
encuentras no la rehúyas, salúdala educadamente, ella es un ser humano como tú,
cumple el mismo propósito en la Tierra, déjala vivir su vida sin rencores. Quédate
con el recuerdo de los buenos momentos que habéis disfrutado, de sus virtudes,
de su encanto, del cariño que os teníais... Olvida todo lo malo y serás feliz,
pues el rencor y el odio acaban enfermando a quienes lo sienten."
Nunca debemos juzgarle si no
queremos ser juzgados; en cambio debemos mostrarle siempre nuestros sentimientos
con sinceridad. Acudir a su encuentro cuando nos necesite aun no considerándonos ya como amigo:
para nosotros lo sigue siendo. Eso es Amistad.
Y si vemos que su actitud nos hace daño hay
que saber decir adiós con respeto y comprensión.
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