LA LLEGADA DEL HOMBRE
Según los estudiosos de temas esotéricos y religiosos, las escrituras
cuneiformes halladas en el Medio Oriente, en Centro América y en el lejano Oriente cuentan que, en un principio, el
SER ÚNICO, llamado también Dios, o Creador, Buda, Alá etc, se desprendió de millones de seres formados
con partículas de Él mismo.
Los enviaba en oleadas, en grandes
soplos. Es como si depositamos harina en la palma de la mano y soplamos: la
harina sale en una nube y se difumina en el aire.
De esta forma los seres divinos
llegaron al planeta Tierra para experimentar las diversas fases de la Creación
reencarnándose una y otra vez. Imaginemos una rueda dividida en cuatro partes:
el reino mineral, el vegetal, el animal y el humano. Los pequeños dioses
pasaron a ser minerales durante millones de años, experimentando todas sus
formas: carbón, oro, niquel, plata, etc; luego evolucionaron y en vidas
sucesivas se convirtieron en vegetales, una experiencia nueva y de más alto
nivel, pues respiraban y crecían, daban fruto y morían. En sucesivas
reencarnaciones experimentaron todas las especies vegetales: plantas herbáceas,
árboles frutales, verduras etc.
El reino vegetal iba a ser el
alimento de ellos en la siguiente etapa, cuando evolucionaran y se convirtieran
en animales. También probarían cada una de las especies animales: perros,
gatos, ciervos, aves, peces... durante millones de años.
Finalmente evolucionaron y se
convirtieron en humanos. A lo largo de los siglos éstos han evolucionado desde
el momento en que descubrieron el fuego y la rueda hasta nuestros días.
Ahora estamos en la parte alta de
la rueda, y tendremos que realizar varias reencarnaciones hasta cumplir la misión
para la que hemos venido: conservar el planeta Tierra y hacerlo habitable y
confortable para albergar a los seres divinos que convertido en hombres habitarán
el planeta.
A medida que vayamos alcanzando
el tope de reencarnaciones iremos subiendo por la rueda y una vez llegada
nuestra hora, si hemos cumplido bien ascenderemos a un nivel superior,
invisibles como los ángeles o guardianes de los hombres, o formará parte de los
enviados que a veces nos visitan: los extraterrestres. El que no haya cumplido
con lo que la esencia, el ser interior, el alma, le dictaba, al llegar a la
cima de la rueda no ascenderá sino que continuará descendiendo por el otro lado
para repetir los ciclos durante la eternidad: mineral, vegetal, animal y
humano.
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